domingo, 20 de marzo de 2016

El fútbol de la arena

Los jugadores que aprenden a jugar al fútbol en la playa arrastran el rumor de las mareas en cada uno de sus movimientos, se les nota siempre la técnica en el control del balón y esa pausa necesaria para el regate o para levantar la cabeza. Al fútbol se juega con la cabeza levantada o intuyendo los movimientos del contrario antes de que se acerquen a la pelota. La Real y Las Palmas son equipos de playa, por eso los vascos han dado tantos jugadores casi tan técnicos como los canarios. Ahí están Zamora, López Ufarte, Beguiristain o Xabi Alonso. A lo mejor los que juegan ahora en ambos equipos han jugado más en el césped que en la arena, pero da lo mismo. Siempre hay una especie de reconocimiento atávico en el juego de todos los equipos, y por eso los partidos entre la Real y Las Palmas han sido siempre especiales, con momentos inolvidables en ambos conjuntos, o en la memoria de dos estadios que nos marcaron casi tanto como la playa: el Insular y Atocha. Vi el partido en la terraza de La Boheme, el penalti fallado por Jonathan Viera sonó a añoranza de agua en el barranco del Guiniguada. Después llegó el gol de William José, y todo el Monopol saltó como cuando estaba el bar Polo y los victoristas venían a celebrar los goles de Alfonso Silva. Que siga la fiesta y que suene la música del fútbol, ese eco de La Cícer que sigue sonando a goles en la playa y a ecos de otros tiempos. Seguimos en la senda, esto no se acaba hasta que sepamos que estamos salvados. El Valencia es el próximo reto y la siguiente parada antes de seguir la marcha hacia esa historia que estamos escribiendo, página a página, para no volver a añorar ni a ver desde lejos el fulgor de ese fútbol que se vuelve grande cuando es de Primera y nosotros volvemos a ser importantes

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