lunes, 25 de enero de 2016

Balones al suelo

Un partido de fútbol un lunes es como un agujero en un pantalón de etiqueta, como un carnaval en Viernes Santo, algo que no acabas de creerte del todo, y si tu equipo pierde, como perdió esta noche Las Palmas, la mente se defenderá sepultando la derrota lo antes que pueda. También hay partidos de Primera que parecen de Segunda. Los jugadores, el público, los comentaristas y hasta nosotros mismos miramos esos encuentros como si fueran entrenamientos. No es fácil sobreponerte a la ausencia de tu jugador más determinante. Ya habíamos perdido para toda la temporada a Javi Castellano, pero la lesión de Vicente Gómez nos costará algunos puntos. No es cierto que no haya nadie imprescindible. El canterano era quien comenzaba a distribuir el juego y quien ordenaba las piezas desde el primer pase. Nos iremos reponiendo, pero hoy se notó su ausencia. Tendremos que ir probando alternativas. Uno confía en que Matías tenga su oportunidad, o en que llegue un fichaje que se adapte a esa posición, o ya puestos, en que cualquier compañero que ahora es secundario se reivindique y ofrezca otras alternativas a Setién. Esta noche aún era pronto para cerrar una herida que todos intuimos desde que nos anunciaron el alcance de la lesión.
También nos volvió a hundir la inexperiencia, la falta de solidez defensiva y la escasa contundencia cuando llegamos al marco contrario. Los otros equipos que llevan años en Primera saben que la efectividad es un grado más determinante que la veteranía. Volvimos a tocar y a tener la posesión, pero todos veíamos que esa circulación del esférico no nos iba a llevar a ningún sitio. Parecíamos un coche extraviado en una rotonda, girando y girando todo el tiempo sobre nosotros mismos. Fue valiente Setién apostando por Juan Carlos Valerón. Fue una declaración de principios. Era la opción más lógica para sustituir a Vicente Gómez. Podía haber salido bien, pero nos tocó ese día raro en el que hagas lo que hagas no hay manera de encontrar la salida.
El Levante sacó al campo a Rossi. Esa es la única historia que quedará de este partido, como en su día quedó el debut de Cruyff con un equipo granate que sigue siendo colista pero que se suma a esa revoltura que se está formando en la parte baja de la clasificación. No solo es el balón, hay mucho más. El balón es un fin que necesita de medios que lo distribuyan y de delanteros que lo coloquen en el fondo de una portería. Pero lo bueno es que en el próximo partido volverá a rodar como rueda la vida cada día. Hay que olvidar este lunes de plenilunio cuanto antes y mirar de frente a esa eliminatoria de Copa que tenemos a la vuelta de la esquina. No pasemos otra vez del extremo ditirámbico de San Mamés a un desastre apocalíptico. Este camino es muy largo y se tiene que hacer con mucha cabeza. Queda mucha Liga y hay muchos equipos peleando por un mismo objetivo. Vuelvo a lo que nos decían los entrenadores más avezados y más sabios cuando nosotros creíamos que el partido se acababa a los noventa minutos: balones al suelo. Mantengamos la calma y sigamos creyendo en este equipo.


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