sábado, 14 de febrero de 2015

Amarillo en blanco y negro

Cuando éramos niños teníamos que imaginar los colores de casi todos nuestros sueños. La tele se veía en blanco y negro y no era todavía el centro de la vida de ninguna casa. Se seguía solo un rato y casi siempre como un acontecimiento. Apenas había partidos televisados de la Unión Deportiva Las Palmas. Las imágenes las veíamos los lunes en Estudio Estadio. Pero el pasado jueves aconteció uno de esos milagros que no esperas. Yo nací en 1967 y vi jugar a Germán, a León o a Tonono en el césped del Insular y en ese blanco y negro de la tele. Pero entonces no tenía conciencia para entender lo grandioso de su juego, ni sus movimientos por el campo. La otra noche, cuando estaba a punto de ir a la cama me llamó Nacho Acedo para decirme que encendiera rápidamente la tele y que sintonizara Teledeporte. Creo que lo que vi lo podrán encontrar en la web de Televisión Española dentro de Fútbol Vintage. ¿Qué fue lo que vi? A Guedes conduciendo la pelota, a Tonono cortando expeditivo, a Germán recorriendo todo el campo y regateando prodigiosamente o a León corriendo la banda como un galgo. También vi paradones de Betancort, jugadas magistrales de Velázquez y carreras y regates de Amancio o de Gento. Estaban emitiendo un amplísimo reportaje del Real Madrid-Las Palmas de diciembre de 1968 en un Bernabéu con un grado de temperatura; pero con mucho esplendor en la cancha. Se cumplía el aniversario de la muerte de Molowny. Quien contaba los detalles del partido y del gran jugador y entrenador canario era Matías Prats. No dejaba de elogiar el juego de la Unión Deportiva y era un lujo escucharle en una narración pausada, documentada y sin más estridencias que las que tenía que contar de lo que estaba viendo.
Luego pudimos ver también las victorias de Las Palmas ante el Atlético de Madrid en el Manzanares y ante el Fútbol Club Barcelona en el Nou Camp. Escribo esto unas horas después de haber seguido el programa, recién levantado de la cama y aún dudando si lo que vi no fue más que un sueño deseado. Casi todo era en blanco y negro. Uno entonces tenía que imaginar el amarillo en el blanco y negro todo el rato. No era difícil porque lo memorizábamos cada quince días en el Estadio Insular, aquel amarillo que brillaba intensamente con la luz de los focos. De repente también vimos ese amarillo en las imágenes contra el Atlético de Madrid en 1970. Era como si los mitos hubieran bajado un rato del Parnaso para dejarse ver y recordarnos su grandeza. Fue hermoso descubrir que los mayores nunca exageraron cuando hablaban de ellos.

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