jueves, 15 de marzo de 2012

Estévez


Estévez era un jugador que salía en las estampas y que jugaba en el Insular al lado de Germán, de Tonono o de Brindisi. Por tanto forma parte de la mitología más venerada de mi infancia. Nosotros solo soñábamos con ser como ellos. Pero al mismo tiempo era un mito más cercano que el resto porque tenía familia en Guía y porque uno de sus primos era nuestro entrenador de alevines en el equipo guiense. Este entrenador, que se llamaba José Luis y que forma parte de la historia futbolística del norte de Gran Canaria, nos prometía a principios de temporada que, si aprobábamos en el colegio y si entrenábamos con responsabilidad, conseguiría que Estévez viniera a hacernos una visita. Y vino, y a nosotros nos parecía mentira tener delante a un jugador que salía en las estampas y en los periódicos. Por eso siempre seguí la evolución de Estévez dentro del campo de una forma especial, y cada fallo y cada acierto los veía casi como míos. Su padre también coincidía con nosotros en los alrededores del Insular porque era amigo de mi padre y, sobre todo, tío de Suárez -hermano de José Luis-, otro seguidor incondicional de los que nunca se perdían un partido de la Unión Deportiva. Ayer, al enterarme de su muerte, me vino sobre la marcha el bullicio del Insular, el olor a puro, la trompeta de Fernando el Bandera, los anuncios de la megafonía, el marcador de la grada Sur y todas aquellas sensaciones que nos terminaron uniendo para siempre al equipo amarillo. El mejor homenaje que le podemos hacer a Estévez es, además de dedicarle un merecido minuto de silencio el próximo sábado, intentar que el estadio de Gran Canaria recupere parte de aquel ambiente y aquel encanto del Insular de los años setenta. No es fácil, pero entre los consejos que recuerdo que nos transmitió Estévez cuando nos visitó en la caseta del equipo alevín del Guía estaba el de que jamás se puede renunciar a ningún objetivo que uno se marque en la vida. Con esa mentalidad, la Unión Deportiva logró mantenerse durante dicienueve años seguidos en Primera División – de hecho Estévez creo que solo jugó en Primera con el equipo amarillo-. Y con esa misma convicción en la victoria debemos seguir encarando los partidos que nos quedan por jugar a partir de este momento. Se lo debemos a quienes nos hicieron grandes, a aquellos jugadores que lograron que el fútbol se terminara convirtiendo en algo más que un juego.

Esta fotografía se la he cogido prestada a Manolo Borrego en Tinta Amarilla. Estévez es el cuarto de la fila superior empezando por la izquierda.

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